Es interesante observar cómo las victorias pasadas propias o ajenas, motivan para nuevos desafíos así como un récord de derrota infunde temor a dar nuevos pasos. Hay quiénes adoptan una posición optimista ante cada nuevo proyecto, basándose en experiencias de triunfo que les estimulan a comenzar otra vez. Por supuesto que también han fallado, pero no miran esos capítulos oscuros de su pasado, sino que sacan a relucir proyectos alcanzados y, de esa materia prima, construyen su nuevo emprendimiento. Pero también están aquellos que solo recuerdan las metas que no alcanzaron, lo que no salió o salió mal, se acobardan y nunca más emprenden nada nuevo. Se quedan con lo que tienen y esconden su talento en la arena. No arriesgan pero tampoco ganan nada. Hace mucho tiempo, el pueblo escogido por Dios del antiguo testamento, Israel, estaba a las puertas del proyecto nacional más ambicioso de la historia hebrea, entrar en una tierra desconocida, conquistarla, habitarla y apropiarse. Dios ya había prometido desde hace tiempo que era de ellos, pero la realidad era que en ese momento estaba habitada por pueblos fuertes y razas gigantes. ¿Cómo lograr la meta? Moisés alienta a esta gente relatándoles las victorias de sus antepasados saliendo de Egipto y atravesando un gran desierto. Frases como: “Yo les he entregado esta tierra;  ¡adelante,  tomen posesión de ella!” pintan los capítulos 1-3 del libro de Deuteronomio, llenando el corazón de estos muchachos judíos que estaban listos para obedecer confiados en su Dios. ¡Y  lo hicieron! Entraron, la tomaron, expulsaron a sus habitantes y demostraron a todas las naciones que en Dios se puede hacer proezas. Quizás te parezca ciencia ficción o libreto de película, pero es real y es real también hoy, en la experiencia de todos aquellos que junto con el apóstol Pablo dicen: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. ¿Cuál es tu desafío hoy? Confía en Dios, reclama su poder, entrégale a Él toda ansiedad y prepárate para ver su brazo poderoso obrar.

PENSAMIENTO DEL DIA:

La victoria en la vida no consiste en alcanzar las metas que yo me propuse para Dios sino en alcanzar las metas que Él se propuso para mí.