Nuestra generación muestra cierta conducta violenta y ambiciosa que mata las relaciones, carcome los sentimientos y separa a los hombres, familias y naciones. Esta conducta es alimentada casi siempre por el odio y la envidia, pero en realidad ya existió desde siempre. Jesús relató la experiencia de un siervo que manifestó este tipo de patología con un consiervo suyo y tuvo un final trágico. Sumado a las causas que mencionamos le debemos añadir otra que es protagonista en dicho relato: El olvido. Sí. Fue un siervo olvidadizo porque no quiso perdonar a uno que le debía algunos pesos cuando a él mismo se la había perdonado una deuda millonaria que tenía con su propio amo. Lo leemos en Mateo capítulo 18. Creo que la causa principal por la que nos cuesta perdonar es porque olvidamos que hemos sido perdonados por Dios o simplemente porque nunca hemos aceptado su perdón. Ese sea tal vez el germen de esta sociedad competitiva. Nuestros propios sentimientos de culpas pasadas y presentes condicionan nuestro reaccionar ante nuestros semejantes. En cambio, aquellos que han experimentado el perdón de Dios sobre sus vidas y fueron sanados, no pueden exigir en una actitud déspota nada de sus semejantes, porque tienen siempre en mente lo que se les perdonó. Dijo Jesús: “Al que se le perdonó poco ama poco, y a aquel que se le perdonó mucho ama  más.” En realidad a todos Dios nos perdonó mucho en Jesús en aquella cruz hace 2000 años, pero hay quienes que no lo han experimentado así y viven esclavos y esclavizando. Este siervo olvidadizo del relato bíblico metió en la cárcel a su deudor pretendiendo que allí junte el dinero para su libertad. ¡Absurdo!, y al final fue él mismo quién terminó preso. Es que cuando nos estoy dispuesto a perdonar, el esclavo soy yo mismo. ¿Te cuesta perdonar y ser amable? Quizás sea porque nunca has experimentado el perdón y el amor de Dios. Está allí a tu alcance, tómalo y sé libre.

PENSAMIENTO DEL DIA:

Perdonar es liberar a un preso y descubrir que ese preso era yo.