A ninguno de nosotros nos gusta estar hablando con alguien que no nos presta la debida atención. Distraído con la T.V., su celular, o escondido detrás del periódico. De igual manera hay cosas que distraen nuestros sentidos de “una sincera fidelidad a Cristo” y nos impiden concentrarnos en lo que Dios tenga para decirnos. ¿Qué cosas?… Creo que existen tres barreras que la Palabra de Dios debe atravesar antes de ser digerida por las almas sedientas de la Verdad del cielo. La primera la conforma esa cantidad de “cosas” que llenan nuestras agendas y nos ocupan hasta el extremo restándonos los momentos del día para la reflexión y la intimidad espiritual. Son esas “muchas cosas” que Jesús denunció a Marta en la aldea de Betania. Pero, suponiendo que me encuentre en un día sin agendas, compromisos ni obligaciones (que lo dudo mucho) aún así podríamos estar distraídos de Dios. Es que no solo existe el ruido externo de las muchas cosas sino también el interno de las muchas preocupaciones, (y creo que ese hace más bulla). Por tal motivo Jesús advirtió de este peligro cuando recomendó no preocuparse por el mañana, qué comeremos o qué vestiremos.

Es ese afán que nos impide casi siempre escuchar a Dios hablar. Necesitamos aprender a aquietar nuestros espíritus si queremos escucharle. Y una vez que esta segunda barrera haya sido derribada, nos enfrentamos con la tercera que es interpretar correctamente, sin prejuicios lo que Él esté intentando decirnos. Muchas veces la acomodamos a nuestra conveniencia, una interpretación favorable a nuestra condición actual y eso es muy malo. La palabra de Dios usualmente nos incomoda. Tenemos que tener cuidado con esas interpretaciones que son acomodadas a la conveniencia del intérprete. Dios está intentando comunicarse contigo desde hace rato. Pero como sucede a diario con llamadas telefónicas, “otros ruidos” nos impiden escuchar el tono de llamada. Identifica esos “otros ruidos”. Quédate solamente con el sonido de Dios, descubrirás la mejor armonía, el mejor mensaje, la mejor palabra. Descubrirás a Jesús y su amor por ti porque Él es “la Palabra”.

PENSAMIENTO DEL DÍA

Hasta que no tapemos nuestros oídos a las cosas del mundo no lograremos escuchar la voz de Dios.