Hoy puedes sentarte a la mesa y escoger tu iglesia a la carta que serás muy bien atendido. “Buenas noches señor. ¿Qué clase de religión desea consumir hoy? Tenemos un menú muy variado. Iglesia ¿con pastor, apóstol o anciano?… Muy bien. Y ¿la desea con velo o sin velo?… Perfecto. ¿Con batería o sin batería?… Listo. Y dígame, señor ¿desea que le agreguemos algo de diezmos, u ofrendas?… Ninguno de los dos, perfecto,  es de entenderse.” Perdóname la sátira, pero es totalmente real, ¿o no? Las palabras del Nazareno: “Sígueme” han pasado de moda. Hoy pretendemos que sea Dios quien nos siga a nosotros. ¡Y de lejos! Que no nos moleste demasiado, que no sea muy exigente con eso de abandonar el pecado y vivir vidas santas, nada de eso.

Esta realidad se torna más trágica cuando, sumado al hecho de este estilo de cristianismo “light” se suma el hecho de miles de pseudos pastores que lo promueven desde sus iglesias. Iglesias repletas de miembros, pero miembros de recambio que, luego de un plazo máximo de dos años se dan cuenta que los han estafado y se van. Obvio que en esos dos años los exprimieron y ordeñaron como a ganado despojándolos de familia, dinero, ilusiones y ganas de seguir creyendo en Dios. Son víctimas de lobos con piel de oveja. ¿Cómo saber que no estoy siendo engañado y que estoy en el verdadero Camino de Jesús? Algunos tips para identificarlos. Tienen un mensaje atractivo, convincente y de tinte espiritual. Manejan muy bien la oratoria y convencen desde sus púlpitos. Se presentan rodeados de prosperidad, lujo y buen pasar y ofrecen ese mismo estilo de vida a los que les siguen. (Obvio que nunca lo cumplen) Priorizan las experiencias sobre la revelación de la Palabra de Dios. Es común oírles hablar de profetas y profetizas, revelaciones sobrenaturales, sueños y visiones. Destacan cierto poder en la palabra, pero no en la de Dios sino en la tuya (que pasas a ser un dios) y en el poder de declarar algo por hecho. Y, en último lugar, son aduladores expertos que te harán sentir como un personaje de cuento de hadas. Pero no te dejes engañar porque es justamente eso: UN CUENTO.

PENSAMIENTO DEL DÍA

Si buscas a Dios como amuleto de la buena suerte nunca lo encontrarás.