Ninguno de nosotros se sentirá a gusto si su odontólogo se acerca apuntando con el torno encendido para limpiar mis dientes y en uno de sus ojos tiene un gran parche que le dificulta la visión, ¿verdad? De la misma manera se sienten las personas que sufren bajo nuestro dedo acusador que apunta hacia sus errores cuando en nuestra vida hay errores mucho peores que los que ellos han cometido. ¡Médico, cúrate a ti mismo!, te dirán. Probablemente ha habido momentos en los que hemos ignorado nuestros pecados y problemas y hemos señalado a otros con el dedo. Quizás no estamos en sintonía con nuestros asuntos internos si todavía estamos culpando a otros por nuestras decisiones morales, o tal vez tratemos de evitar la autocrítica haciendo inventarios morales de la gente que nos rodea para disimular errores propios. Cuando Dios le preguntó a Adán y Eva sobre su pecado ellos apuntaron el dedo hacia otro. Culpar en primer lugar a otros para así defendernos parece ser propio de la naturaleza humana. También podemos tratar de evadir nuestros problemas evaluando y criticando a otros. Jesús nos dice: “…Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo, hipócrita.” (Mateo 7:3-5)

Mientras estemos en este mundo debemos recordar constantemente que es recomendable siempre la autocrítica. Debemos cuidarnos de culpar y examinar la vida de otros. Habrá oportunidades de ayudar a otros en el futuro una vez que nos hayamos responsabilizado de nuestra propia vida. Pero esa ayuda proviene de un corazón que ha examinado en primer lugar sus errores propios. De lo contrario, nos dice el apóstol Pablo en Gálatas 6:1 “No sea que tú también seas tentado.” Tentado a ser demasiado severo en tu juicio, tentado a ser demasiado estricto en el castigo, tentado a enorgullecerte olvidando quién eres. Hay personas a nuestro alrededor que luchan con sus vidas. Seamos sombra fresca en su andar, bálsamo de sus heridas y agua en sus desiertos.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Culpar en primer lugar a otros para así defendernos parece ser propio de la naturaleza humana.