Ya entramos en un nuevo año y de seguro tendrás metas propuestas para alcanzar. Es que comenzamos con fuerzas renovadas, capítulos cerrados, muchos de ellos con sabor a fracaso… Pero se quemó junto con el viejo año. Ahora, ¡a mirar adelante y a conquistar esas propuestas! Está bien, es bueno, significa que estamos vivos y con ganas de seguir viviendo. ¡Qué triste los otros! Los desesperanzados, los que no salieron a festejar, los que se quedaron en casa,  aun teniendo amigos que les esperaban. Los que no brindaron, no buscaron el abrazo de nadie. (Algunos no tenían con quién, lo sé). Pero otros se auto marginaron, decidieron empezar este capítulo de sus vidas con las mismas amarguras con que cerraron el anterior, perdieron las ganas de vivir. Para ellos tendremos algo especial más adelante. Pero aquí estás vos y estoy yo. Con todas las intenciones de lograr esas metas. Para algunos será bajar de peso, para otros tener un hijo, tal vez la tan soñada casa propia, dejar un vicio, retomar un hábito abandonado, volver a leer ese libro que dejé por la mitad… Lo cierto es que si no somos objetivos, pocas de ellas se cumplirán. Quizás por no tener recursos necesarios, quizás porque no nos correspondía a nosotros ponernos esas metas, quizás porque confundimos metas con deseos, o quizás por no preguntar primero a Dios si también eran sus metas.

¿Cómo optimizar recursos? ¿Cómo avanzar pisando sobre terreno firme? ¿Tengo garantía de conquista?… De la mano de Dios, sí. Y no es que yo te lo diga, te lo dice el  mismo Dios en Su Palabra. ¿Lo notaste? “cuando te hayan sobrevenido estas señales”. Nos apresuramos en buscar la conquista de nuestros ideales sin tener en cuenta “Sus señales”. Y sus señales nos rodean, ¡no tenemos excusas! Nos rodean las señales de su amor, las señales en Su Palabra, sus advertencias y consejos. Personas que Él, en Su gracia, pone en nuestro camino para aconsejarnos, para darnos ejemplo.  El gran pecado del este Rey, Saúl, fue el no saber esperar las indicaciones de Dios. Tenía sueños, grandes sueños, pero acabó suicidándose. Espera en Dios. Él te indicará qué es lo mejor para ti en este nuevo año.

Pensamiento del día:

El que aprende a esperar vive aprendiendo.