Yo sé que no significan nada las promesas del primero de enero. Se las lleva el viento. Están cargadas de la emoción de un nuevo comienzo, de esperanzas renovadas, y del estímulo de aquellos que nos acompañan y animan para volver a empezar. Pero aquí estoy, Señor. Las palabras de Pedro, sentado y reflexivo en las rocosas montañas de Cesarea, se hacen mías una vez más: “Señor, ¿a quién iremos?”… Te necesito, Dios, te necesito. No me dejes, no te canses de mí, aunque te cueste, créeme, te amo. No podría vivir sin ti, sin tu asistencia y tu perdón, sin tu Palabra y sin tu amor. ¿A dónde iré? Otro año… ¡Pasó tan rápido! Parece que fue ayer cuando te decía palabras parecidas a las de hoy. Sí, sé que no alcancé la meta. Pero también sé otras cosas. Sé que aprendí, sé que me sostuviste con tu mano de gracia como lo harás también esta vez, porque aunque nosotros te fuésemos infieles (y creo que lo fui) tú permaneces Fiel. Sé que aunque no soy lo que quisiera ser, jamás seré lo que fui. Porque fui enemigo tuyo en mi mente haciendo malas obras, y hoy me llamas amigo. Fui muerto en delitos y pecados y hoy vivo, y vivo eternamente. Estuve perdido y sin rumbo y hoy sé quién soy y a dónde voy. Voy a un lugar donde no hay errores, todo es perfecto. Voy a mi casa.

Esta no es mi casa, esta no es mi vida. Aquí es todo muy difícil, es como andar cargando una cruz vergonzosa y humillante que me pesa en casa paso que doy. Pero a mi lado siempre caminas tú y me invitas a compartir la carga, entonces se hace más liviana. ¡Gracias, Señor! Tu compañía y tu estímulo son mejores que miles de amigos a mi lado. La luz de tu presencia es más brillante que miles de fuegos artificiales surcando perdidamente los cielos, y la guía de tu Palabra más segura que esta humilde y débil promesa de dedicación que una vez más brota de mis labios temerosos, pero sinceros. Porque al fin y al cabo es eso lo que esperas de mí: SINCERIDAD

Pensamiento del día:

(Seguimos juntos, Señor, seguimos juntos).