Siento que no he entregado mi vida a Dios completamente. Me es difícil morir a mi carne. Yo creo en Dios desde pequeña. He hecho cosas muy malas. Mi mamá dice que necesito liberación de espíritus. Mis familiares dicen que soy una loca maniática. Siento que nadie me quiere. Hasta pienso que Dios no me quiere y hubiera preferido no haber nacido. Creo que Dios no tuvo ningún plan para mí al crearme. Yo creo que lo que no me deja acercarme a Dios de corazón es el resentimiento. Vivo resentida con todos.

Antes de tratar el tema del resentimiento que está carcomiendo su vida, me gustaría preguntarle si Ud. ha recibido a Cristo como su Salvador personal. Seguramente Ud. me estará diciendo: Pero ya le dije que creo en Dios desde pequeña. Bueno, la Biblia dice en Santiago 2:19 que hasta los demonios creen en Dios y tiemblan, pero no por ello los demonios son creyentes. Ud. puede creer en Dios todo lo que quiera pero a pesar de eso puede terminar en el infierno para siempre. La salvación, no es por creer en Dios, la salvación es por creer a Dios.

Una cosa es creer en Dios y otra muy distinta es creer a Dios. Si Ud. quiere creer a Dios, Ud. debe pensar y actuar según lo que Dios ha dicho en su palabra la Biblia. Con respecto a la salvación mire lo que dice Dios en la Biblia.

Juan 1:11-12 dice: «A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.»

Este pasaje bíblico está hablando de Jesús. Jesús vino al mundo, pero no todo el mundo lo recibió. Muchos lo rechazaron y muchos siguen rechazándolo. Pero Dios ha dicho: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en el nombre de Jesús, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Esta es la palabra de Dios.

Si Ud. quiere levantarse del plano de la mera creencia en Dios y quiere pasar al plano de creer a Dios, entonces Ud. necesita recibir hoy mismo, este mismo instante si es posible, a Cristo como su Salvador. Solo así habrá creído a Dios y en consecuencia llegará a ser una hija de Dios.

¿Ha tomado Ud. esta decisión? Si no la ha tomado, hoy mismo debe tomarla. La invitación es válida para todos los que este momento han creído a Dios al haber recibido a Jesús como Salvador.

Ahora, asumiendo que Ud. es creyente por haber recibido a Cristo como su Salvador, me gustaría decirle que Ud. está muy equivocada cuando afirma que nadie le quiere. Puede ser que existan personas que no le quieran, pero existen muchas personas que le queremos entrañablemente. Yo me incluyo en este grupo.

Quizá Ud. se estará preguntando cómo es que yo pueda amarla si ni siquiera le conozco. Bueno, no es necesario que yo le conozca para poder amarla. El solo hecho de saber que Ud. es amada de Dios hace que yo también la ame porque los que amamos a Dios amamos también a los que son amados de Dios.

Dios le ama tanto que dio a su único y amado Hijo para que muera en el lugar que a Ud. le corresponde. No cometa por tanto el error de decir que nadie le quiere o peor todavía, que Dios no le quiere.

Mire lo que dice la Biblia en Romanos 5:8 «Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.»

Dios le ama tanto mi querida amiga que no escatimó a su propio Hijo por Ud. Si Ud. hubiera sido la única persona pecadora en el mundo, aún así Dios hubiera entregado a su único y amado Hijo para que muerta por Ud. Así de basto es el amor de Dios por Ud.

Ud. también dice que prefiere no haber nacido porque Dios no tiene ningún plan para Ud. Nuevamente aquí Ud. está totalmente equivocada. Quisiera que considere con detenimiento el texto que se encuentra en Efesios 2:10 que dice: «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.»

Si Ud. es del Señor, Ud. es una hechura de Dios. La palabra griega que se ha traducido como hechura es la palabra poiema, de donde se deriva nuestra palabra poema.

Una hechura, o un poema, es una obra de arte. Pues eso es Ud. a los ojos de Dios. Ud. es una obra de arte. Las obras de arte no se realizan sin propósito. Dios dice que Ud. ha sido creada con el propósito de hacer buenas obras. De modo que jamás Ud. puede decir que Dios no tuvo un propósito al crearle. Es más, ¿sabe una cosa? Ud. estaba en la mente de Dios aún antes de que Ud. nazca.

Más todavía, Ud. estaba en la mente de Dios aún antes de que exista todo lo que existe en el universo. Por eso dice la Biblia que las buenas obras que Dios ha preparado para que Ud. haga han sido definidas de antemano, antes de la fundación del mundo.

Así que Dios tiene un hermoso plan para Ud. Lo único que falta es que Ud. se ocupe en hacer esas buenas obras. Sus parientes piensan que Ud. está endemoniada o loca o maniática. Respeto el criterio de sus parientes, pero no lo comparto. A mí me parece que lo que más necesita Ud. es recibir a Cristo como Salvador y cuando ello suceda, Ud. llegará a ser una nueva persona, con una nueva mente para conocer a Dios, con una nueva voluntad para obedecer a Dios y con un nuevo corazón para amar a Dios. Solo así, Ud. se sentirá que está en Dios y que Dios está en Ud.

Finalmente, Ud. tiene mucha razón cuando dice que el resentimiento es un gran obstáculo entre Ud. y Dios. El resentimiento o la amargura en una persona es como un robusto árbol que echa raíces muy profundas. Cuando este árbol madura, echa sus frutos que afectan el espíritu, el alma y el cuerpo de una persona.

Hebreos 12:15 dice: «Mirad bien, no sea que alguien deje de alcanzar la gracia de Dios, que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.»

El resentimiento o la amargura es comparable a los gruesos barrotes de una cárcel donde yace prisionero el que es víctima de ello. El único antídoto para vencer el resentimiento o la amargura es el perdón. Probablemente Ud. ha sido víctima del abuso físico o psicológico de sus padres o de sus hermanos. O quizá Ud. fue víctima del favoritismo de sus padres o de sus hermanos.

Cualquiera que sea el motivo, es necesario que Ud. se libere de esa prisión llamada resentimiento o amargura. Ore a Dios para que le de el valor para ir a todas las personas con quienes Ud. está resentida para decirles: En el nombre de Jesús, yo te perdono por lo que me hiciste. Este no será un tiempo para acusar o para aclarar cosas del pasado, sino simplemente para perdonar. No importa si los que le ofendieron reconocen o no su falta. El hecho es que Ud. se sintió ofendida y ahora les está perdonando.

Una vez que ha perdonado, comprométase delante de Dios a no volver a tocar el asunto que fue motivo de ofensa y que Ud. ya ha perdonado. Todo esto será como un líquido limpiador que quita todo resentimiento de Ud. y Ud. se sentirá libre de la prisión del resentimiento. En estas condiciones podrá experimentar en su vida el gozo de la vida cristiana.