Gracias por su pregunta. La respuesta es: Si asistir a todas las reuniones de una iglesia fuera requisito para la salvación, estaríamos hablando de salvación por obras. Esto es totalmente refutado por la palabra de Dios. La salvación no es por obras, sino por gracia por medio de la fe. Esto es lo que dice Efesios 2:8-9 en donde leemos lo siguiente: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.

La salvación es un regalo, o en otras palabras, es un don de Dios. Si hubiera algún requisito que cumplir ya no sería un regalo de Dios, sino algo que uno merece por haber cumplido con ese requisito. Por eso el texto leído dice: Porque por gracia sois salvos. Esto significa gratuitamente, sin pagar nada, sin cumplir con ningún requisito, este regalo simplemente se lo recibe por la fe.

Es cuestión de creer absolutamente que el Señor Jesucristo murió en lugar del pecador. Lo hizo para pagar la deuda que el pecador tiene con Dios, porque la Biblia dice que la paga del pecado es muerte.

A pesar de ser justo, santo y perfecto, el Señor Jesucristo murió en la cruz del calvario como si fuera el peor de los pecadores. ¿Por qué? Porque por amor estaba tomando el lugar de todo pecador que cree en él y lo recibe como Salvador para recibir el castigo que merece por su pecado.

En la cruz del calvario, el Señor Jesús, el Hijo de Dios, fue desamparado por su Padre para poder ampararnos a todos los que creemos en él y lo hemos recibido por fe como nuestro Salvador. De esta manera, nadie tiene razón para gloriarse o jactarse de ser salvado. Todo es obra de Dios y toda la gloria es para Dios. Yo soy salvo porque creí y recibí al Señor Jesucristo como mi único y suficiente Salvador. De la misma manera, yo sigo siendo salvo por la eternidad, no por haber cumplido con cualquier requisito, sino porque creí y recibí al Señor Jesucristo como mi único y suficiente Salvador.

Pero esto no es todo lo que debo mencionar sobre su pregunta.

El hecho de ser salvo y continuar siendo salvo por gracia por medio de la fe, aparte de cumplir con cualquier requisito, no significa que puedo vivir como me venga en gana.

La persona que es genuinamente salva va a experimentar un vivo deseo por cumplir con todo lo que la Biblia dice y va a tener el poder para hacerlo, a pesar de la oposición de su antigua naturaleza.

Siendo así un genuino creyente encontrará textos, como por ejemplo, Hebreos 10:25 donde dice: no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

El genuino creyente tendrá el deseo y el poder para cumplir con el mandato de congregarse y lo hará con fidelidad, no para ser salvo o seguir siendo salvo, sino porque ya es salvo.

Pongámoslo de esta manera sencilla. Yo no soy salvo por buenas obras, sino que soy salvo para buenas obras, y dentro de esto está el congregarme con otros creyentes con tanta frecuencia como me sea posible.