Según algunos, el alma muere junto con el cuerpo y el espíritu va a Dios para estar inconsciente hasta la resurrección. También dicen que el espíritu de un creyente y el espíritu de un incrédulo van al mismo lugar. ¿Es cierto esto?

En su consulta, podemos distinguir tres partes.

Número uno, la inmortalidad del alma.

Número dos, el estado del alma después de la muerte.

Número tres, el destino final de los incrédulos.

En este orden vamos a mostrar el punto de vista bíblico sobre estos asuntos.

Al referirme a la inmortalidad del alma, la Biblia enseña que el alma no deja de existir cuando el cuerpo muere físicamente. Ponga mucha atención a lo que dice Mateo 10:28: «Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed mas bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.»

¿Cómo es esto de que es posible que el cuerpo muera mas el alma no muera? La única explicación posible es que el alma está en capacidad de tener una existencia aparte del cuerpo y que esta existencia no está amenazada por ningún ser humano. Por lo pronto entonces sabemos que el alma puede existir perfectamente aparte o fuera del cuerpo.

Una pregunta obligada es: ¿Por cuánto tiempo puede vivir el alma fuera del cuerpo? Para responder esto, veamos lo que dice Mateo 25:46: «E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna»

Para nuestro propósito enfoquemos solamente en los adjetivos que acompañan a los sustantivos castigo y vida. En ambos casos vemos que el texto dice que son «eternos». Por lo dicho, entonces, la Biblia enseña que el alma de una persona está en capacidad de existir aparte o fuera del cuerpo y que esa existencia es por la eternidad.

Consideremos ahora el segundo asunto. El estado del alma después de la muerte física de una persona. Normalmente se toma el texto que está en Eclesiastés 9:5 para afirmar la inconsciencia o sueño del alma después de la muerte. Veamos qué es lo que dice este texto: «Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido»

Lo que es necesario recordar es que aunque el libro de Eclesiastés es inspirado por Dios; ha sido escrito para dar a conocer el punto de vista de que todo es vanidad cuando se miran las cosas en el mundo quitando a Dios de en medio.

El rey Salomón, el escritor del libro, se apartó de Dios en su vejez. En su libro, Salomón expone su experiencia de que la riqueza y el poder son inservibles si Dios no está controlando la vida de una persona. Salomón resumió su experiencia en estas palabras: Vanidad de vanidades, todo es vanidad.

En Eclesiastés 9:5 comunica el punto de vista de la muerte desde una perspectiva en la cual no hay lugar para Dios. Esta es la perspectiva del mundo para la muerte. A los ojos del mundo, la tumba es el fin de todo, pero a los ojos de Dios la situación es enteramente distinta. Dios dice en su palabra que existe vida después de la muerte.

Observe lo que dice Lucas 16:22-25 «Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.»

Esto es lo que dice el texto bíblico. Muchos han tratado de debilitar la verdad presentada en este texto, argumentado falazmente que es una parábola y no una historia real. Pero se trata de una historia, no una parábola porque Jesús no dijo que fuera parábola, además, en ninguna parábola aparecen nombres propios como aparece en este pasaje bíblico.

Usted notó que se nos habla de un personaje llamado Lázaro y del renombrado Abraham. Muy bien, dando por sentado que estamos ante una historia, vemos que tanto el rico como Lázaro estaban muy conscientes después de muertos. El rico en un lugar de tormento en fuego y Lázaro en un lugar de dicha y felicidad llamado el Seno de Abraham.

Para hacer más trágica su situación, el rico no solo tenía conciencia de su estado desesperado en aquella llama, sino que también tenía conciencia de la bendición que rodeaba a Lázaro después de muerto.

Interesante que el rico también tenía conciencia del mundo de los vivos, aunque obviamente no podía comunicarse con el mundo de los vivos. Solo así se explica que el rico dijera a Abraham lo que tenemos registrado en Lucas 16:27-28 donde leemos: «Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento»

Es irrefutable el hecho que tanto el rico como Lázaro no estaban inconscientes o dormidos después de muertos. Tenían íntegras todas sus facultades.

Recapitulando lo dicho hasta ahora, el alma de una persona existe después que la persona muere físicamente, esa existencia es eterna. El alma nunca muere, y esa existencia es consciente. De la historia del rico y Lázaro hemos aprendido también que el alma de las personas justas existe por la eternidad en un lugar de bendición, y que el alma de las personas injustas existe por la eternidad en un lugar de tormento en fuego.

Hablando de esto último note lo que dice Apocalipsis 21:8 «Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda»

Este es el destino final del incrédulo, el lago de fuego y azufre.

Pero note el contraste. Veamos el destino final de los creyentes. 1ª Pedro 1:3-4 dice: «Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros.»

Esto es lo que espera al creyente. Es algo muy diferente a lo que espera al incrédulo.

En conclusión entonces, amigo oyente, no vaya a dejarse engañar por doctrinas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error. Es necesario que Usted se deje guiar solamente por lo que la Biblia dice. La palabra de Dios enseña, como hemos mostrado, que el alma del hombre es inmortal y que esa existencia es consciente, ya sea en el cielo para los que hemos recibido a Cristo como Salvador o en el infierno para los que han rechazado a Cristo como Salvador.

¿En qué lugar estará Usted? En cierto sentido es Usted quien debe decidir. La Biblia le ha mostrado lo que acontecerá con el alma después de la muerte. La Biblia le ha advertido sobre el peligro de que su alma vaya a parar al infierno. La Biblia le ha mostrado que para evitar eso, lo único que Usted necesita hacer es recibir a Cristo como su Salvador. Hasta allá llega la Biblia y hasta allá llega lo que yo puedo decirle amigo oyente. De aquí en adelante es cuestión de Usted. Si acepta el testimonio de la palabra de Dios y recibe a Cristo como Salvador el destino eterno de su alma será el cielo, pero si Usted rechaza el testimonio de la palabra de Dios y rehúsa recibir a Cristo como Salvador, el destino eterno de su alma será el infierno.

¿Qué decisión va a tomar? Si su decisión es recibir a Cristo como Salvador, comuníquese con nosotros inmediatamente, para poder enviarle literatura que le será de mucha ayuda para saber lo que debe hacer ahora que Usted es de Cristo.