El pecado que no te das cuenta hasta que estás hasta el cuello es mezclarte con el mundo. A veces nos damos licencias y nos permitimos ciertos gustos que el mundo ofrece. Los hijos de Israel no le dieron importancia a relacionarse íntimamente con las hijas de la zona, las que no eran del pueblo de Dios. No comprendieron que eran un pueblo santo, no es santo por el hecho de vivir sin pecar sino de ser apartado para Dios.

Somos hijos de Dios, templos del Espíritu Santo y le pertenecemos. Vivir en santidad implica un alejarse de todo aquello que  nos contamine con el pecado. Debes tomar decisiones importantes, dejar lo que te involucra con el mudo, cambiar hábitos, caminar en un nuevo rumbo. Busca a Dios en esta mañana, tómate un café con Dios.

¿Hay algo del mundo que te contamine hoy?